Mundo de ficçãoIniciar sessão—...Y por eso ahora tengo un problema enorme.— mi abuela estaba sedada así que aproveché para contarle todo el asunto.
Aunque solo me encontrase con sus ojos cerrados y una respiración tranquila como respuesta, era reconfortante estar contándole mis problemas sentada a los pies de su cama.— Quizá estés preocupada por tu hija, está a salvo.— llevaba bastante tiempo metida en aquella habitación sin contacto alguno (yo les pedí a los chicos que no hablasen con ella), estaba a salvo, pero dudo que fuera feliz.—Sabes perfectamente que no puedo perdonarla, ni a mi padre tampoco.— me comenzaba a frustrar no recibir respuesta.— Sé que lo entiendes porque tú también les guardas rencor.
Llamaron a la puerta y Ayax apareció entrando tímidamente, estaba cabizbajo.
—Max ya ha comprado el test.— le hice un gesto y se sentó a mi lado, uno más y la cama del hospital se nos quedaría pequeña.
—Lo sé.— apoyé la cabeza en su hombro.— ¿Qué tal con







