Narrador Omnisciente
La depositó en la cama suavemente y se acomodó despacio entre sus piernas. Ansiaba besar hasta el cansancio a la única mujer que le había demostrado que él valía la pena aunque fuera un poco.
Una que no lo miraba como un pedazo de carne, o como un peldaño para escalar lugares en la podrida sociedad de Delment. Tampoco reparaba en sus cicatrices, a muchas entre ellas a la propia Hænlüz le causaban repulsión las marcas en su cuerpo y había ofrecido hasta borrarlas con su magia.
Arizona se entregaba a él como nunca nadie más lo había hecho. Eso hacía en su pecho algo creciera a pasos acelerados. Está vez