—Ahora necesito darle a Patricia una oportunidad para cometer un error— dije seriamente.
Víctor me respondió con resentimiento: —¡Maldita sea, la gente siempre es egoísta, siempre se pone del lado de sus propios intereses!
Al oír esto, supe que había problemas internos en Wharton y le pregunté: —¿Hay problemas dentro de tu empresa?
Víctor resopló y me respondió: —María, aquellos que siguieron a Hernán a Wharton ahora lo están despreciando. Están haciendo todo lo posible para congraciarse con Patricia, ayudándola a idear estrategias contra Hernán.
Su tono estaba lleno de ira y amargura, claramente dolido por la situación de Wharton.
Le aconsejé con calma: —Obtén todos los detalles, les ajustaremos cuentas poco a poco. ¡No hay prisa!
Mientras decía esto, Patricio mostró una sonrisa traviesa y apretó suavemente mi mano.
Víctor continuó: —Patricia está muy complacida ahora. Está presumiendo su victoria por todas partes. Por un lado, está ganando el favor de los empleados de la compañía, y