Me acerqué a él sin pensarlo dos veces, respondiendo a su llamado. Esa sensación de ser amada, necesitada y acariciada me volvía un poco loca, como si hubiera estado reprimida por mucho tiempo.
En mi mente resonaba su última frase. En ese momento, solo quería liberarme de estas ataduras y confusiones, permitirme un momento de indulgencia y seguir mi corazón sin dar excusas para escapar.
La imagen de Hernán y Sofía enredados en mi cabeza me estimulaba, no podía controlarme. También quería sentir eso, quería vengarme de ellos. La sensación que compartían, yo también podía tenerla, y seguro sería mejor que la de ellos.
La mano cálida de Patricio sostenía fuertemente mi espalda, temiendo lastimarme. Era tan real, sus besos eran apasionados y concentrados, no podía resistirme.
Parecía que olvidaba el dolor en mi cuerpo, e incluso en ese momento, confirmé que las caricias podían aliviar el dolor. Ya no me dolían las heridas, en su lugar, sentía un llamado sin precedentes, un deseo urgente de