El pecho de Astrid se movió violentamente hacia arriba y hacia abajo, torciendo los labios y haciendo un movimiento negativo con la cabeza.
—Sr. King, no es necesario ir a ninguna de las dos, de lo que voy a hablar es de negocios.
—Mi sala privada es para asuntos de negocios — James su puso su mejor cara empresarial, dándole a entender de que no tenía otras intenciones.
Al final ella tuvo que ceder a su demanda y seguirlo a la dichosa sala privada. La sala privada es mucho mejor que volver a su casa.
—James, ¿de que sirve que te lleves mis cosas? Pensé que había sido clara, ¿Por qué te empeñas en empeorar todo? — se quito los lentes y el pañuelo.
Él se sentó sin prisa, la miro — Yo también pesen que había sido claro anoche, ¿no? Tus cosas permanecerán en la villa King. Creí que habías venido, porque volverías a casa…
—¡Esa es tu casa, no la mía!
La expresión del hombre no cambio, tamborileo los dedos sobre la mesa, levanto las cejas y dijo — Sigue siendo tu casa.
Ella estaba temblando