La noche paso entre planes y algunos movimientos ya que descubrieron que el señor Alexander estaba en la ciudad por lo que fueron a buscarlo para hablar.
A la mañana siguiente Roxana se despertó un poco confundida al escuchar nuevamente gritos y peleas cerca de ella, confirmando que no habia sido un sueño lo del día anterior y en verdad la habían secuestrado.
Justo en eso se abrió de golpe la puerta de la habitación donde se encontraba asustándola un poco.
- Oye tú – en eso la castaña alzo la vista para ver al pelinegro a los ojos, notando que se encontraba furioso y le estaba apuntando con su pistola – párate y ven aquí, rápido – ordenó.
- ¿Que? – dijo ella confundida.
- Vamos no estoy jugando y no lo repetiré – habló quitándole el seguro a su arma.
- Am… ¿y como hago eso? – indicó con algo de sarcasmo señalando su pie con el grillete con cadenas, las cuales estaban sujetadas a la pared.
- Tch… cierto, ¡navajas desátala y tráela! – dijo gritando y girándose para salir de la habitació