267. Cueste lo que cueste
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Marcelo observó a Julieta dormida en la cama del hospital, aún bajo los efectos del calmante que el doctor le había administrado a petición suya. Sabía que ella estaba demasiado alterada para seguir con la búsqueda de Maximiliano. La última noticia había sido devastadora: la televisión afirmaba que Maximiliano Hawks había muerto en los escombros de la cárcel. Pero Marcelo no lo creía, no podía. Con Max nunca nada era tan sencillo.
Tomando aire, salió del hospital para seguir investigando. Tenía contactos, y si alguien podía averiguar quién había difundido ese rumor, era él. Sin embargo, las llamadas de Anthony Hawks no dejaban de llegar. Marcelo había ignorado las primeras, sabiendo que no tenía respuestas para el anciano, pero al final no tuvo más opción.
—¿Muchacho? —la voz de Anthony sonaba firme, con un deje de impaciencia—. Dime qué sabes de mi nieto. No soy de cristal, fui a la guerra, ¿sabes? Sé cómo es este mundo de jodido.
Marcelo suspiró, llevando una mano a su frente