Cap. 11
Después de asegurarse de que el pequeño se encontraba dormido, regresaron a la habitación para descansar. El cuarto de Milo solo estaba amueblado con la cuna y un sofá individual, lo que dificultaba el descanso.
La distancia entre ambos era nula y Renata en pocos minutos volvió a caer en un sueño profundo. Rodrigo delicadamente la acomodó en su pecho y disfrutó abrazándola.
Era su amor de la infancia, hicieron toda su educación obligatoria en el mismo instituto, pero la llegada de Noah arruinó todo. No sabía cuáles serían sus intenciones actualmente, pero no permitiría que se atreviera a lastimarla nuevamente.
La alarma de Rodrigo sonó a las siete de la mañana, no importaba que fuera sábado, nunca cambiaba la rutina; hasta ese día que se permitiría un par de horas de sueño.
Al llegar las nueve treinta, una llamada puso furiosa a Renata, que odiaba ser interrumpida los días que no tenía obligaciones.
En un arrebato, le quitó el teléfono y con voz dormida dijo: "Déjenme dormir". La