La puerta de la suite de lujo apenas se había abierto con la tarjeta cuando el hombre entró abrazando a la mujer.
Cira tropezó con el tapete de la puerta y tambaleó un poco, entonces Morgan la levantó en brazos de inmediato y la colocó en el zapatero del vestíbulo.
Ella ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar cuando la figura esbelta de Morgan se colocó entre sus piernas y la besó directamente.
La besaba con pasión y ardor, incluso con un toque de impetuosidad, como si en ese momento él no fuera el frío e indiferente señor Vega, conocido por su decisión y firmeza, sino...
Simplemente un hombre.
Un hombre anhelando a su mujer.
Cira, forzada a inclinar la cabeza hacia atrás, con sus labios entreabiertos por él, sintió su mano en la nuca, profundizando el entrelazamiento. Atrapada sin aliento, con la mente en blanco y ligeramente confusa, parecía que... ¿no le había dado su consentimiento, verdad?
Ella solo estaba...
¿Solo qué?
Cira, revuelta por él, tenía la mente hecha un lío, incapaz de