Morgan, con el rostro inexpresivo, dijo: —¿Me salvaste solo por eso?
¿Qué más podría ser? Cira temía que él no cumpliera su palabra: —¿Acaso el señor Vega no recompensará mi ayuda?
Morgan soltó una risa fría, su expresión se volvió aún más fría, sin desear mirarla más, se giró y se cubrió la herida en el abdomen: —Quédate quieta, una vez que salgamos del hospital, lo borraré.
Aunque solo eran dos días, la idea de compartir una habitación de hospital con él durante cuarenta y ocho horas hacía que Cira se sintiera incómoda.
Incluso pensó en pedirle a la enfermera que quería ser dada de alta ese mismo día.
Pero Morgan parecía leerle la mente y dijo fríamente: —La mayoría del equipo está herido en el hospital, ¿quieres irte sola y convertirte en un blanco fácil para Joaquín?
Cira se vio obligada a abandonar la idea, frunciendo los labios con frustración.
Al mencionar a Joaquín, su corazón se tensó de nuevo: —Esa mano... ¿es del cadáver que no se había encontrado?
Morgan cerró los ojos y as