Cira miró primero la herida en su abdomen.
Pero no podía ver claramente, estaba borrosa y ensangrentada.
Su rostro se había vuelto pálido por la pérdida de sangre, y debido a esa palidez, sus cejas y ojos oscuros parecían aún más profundos.
Cira dijo: —Emilia está tan gravemente herida, es comprensible que el profesor Sánchez fuera primero a cuidarla.
La mirada de Morgan también recorrió su rostro, diciendo fríamente: —Vaya, la defiendes.
El doctor estaba listo para comenzar, sosteniendo una jeringa anestésica se acercó a la cama de Cira: —Paciente, no hable más, vamos a empezar a suturar.
Cira apretó los labios, asintió y contuvo la respiración.
El médico de Morgan también dijo: —No, todavía está sangrando, no sabemos si ha dañado los órganos internos, avisen al quirófano para prepararse.
La identidad de Morgan ya había sido notificada, el médico no se atrevió a ser negligente: —Señor Vega, necesita una cirugía inmediata.
Helena, que estaba al lado de Morgan, estaba ansioso y preocupa