Cira habló en un tono suave: —Parece que te gusta hablar de tus asuntos personales conmigo. Empezaste en el avión y cada vez que tienes la oportunidad, me cuentas estas cosas.
—Siempre pensé que la gente valoraba su privacidad, pero tú pareces disfrutar compartiéndola. ¿Tienes algún tipo especial de afición a exponerte?
Lidia sonrió con picardía: —¿Te importa tanto? ¿Es por lo de mí y el señor Vega? ¿Estás celoso? Debes tenerlo todavía en tu corazón, después de todo, estuviste con él durante tres años y fueron tan íntimos. ¿Cómo podrías cortar todo de un tajo?
Cira no continuó con el tema, solo habló por sí misma: —Si ese es el caso, te sugiero que veas a un psicólogo. Ser insensible en este aspecto a veces puede molestar a los demás.
—Pero si me ves como una rival amorosa y dices esas cosas solo para alardear o molestarme, realmente estás haciendo un esfuerzo innecesario.
La sonrisa de Lidia gradualmente disminuyó.
—Estoy algo enfadada, porque tu falta de profesionalismo me ha llevado