Ramón se dio cuenta: —Debe ser la hija menor de la familia Sánchez, ¿no? Morgan había contratado a Emilia como secretaria hace un tiempo.
Morgan, concentrado en su juego, respondió: —Ya la despedí.
La gente de la familia Sánchez era una molestia constante a sus ojos.
Pero Emilia no se daba por vencida y lo buscaba por todas partes. Morgan no tenía tiempo para ella.
—Hablando de secretarias, he vuelto hace unos días y esta vez no he visto a López a venir a jugar. Antes solía pegarse a Morgan como un chicle, ¿no?
Preguntó Luis mientras preparaba su taco con polvo antideslizante para jugar una partida con su amigo Morgan.
Ramón negó con la cabeza: —La secretaria López renunció.
Luis se detuvo por un momento: —¿Renunció?
Ramón explicó tranquilamente: —Su contrato expiró y no quería seguir. ¿Qué podía hacer Morgan? Solo le quedaba dejarla ir y vengarse tras bambalinas.
Morgan le debía un favor a Luis. Al verlo molesto, Lu se burló con desdén: —No sabe lo que es bueno.
Morgan cambió de ángul