Punto de vista de Cercei
Me desperté en una tranquila mañana de domingo, con una sensación de paz que me llenaba por completo. Los suaves rayos del sol acariciaban mi rostro y una sonrisa se dibujó en mis labios sin esfuerzo. Era una sensación nueva, este entusiasmo tan repentino al despertar.
—Buenos días —saludé a mi madre con un beso tierno.
—Buenos días, cariño.
—Buenos días, tía —le dije también, mientras le robaba un pedazo de su delicioso waffle casero. Ella soltó una risa suave ante mi descaro.
—Mhmm —murmuré saboreando el bocado. Estaba riquísimo, como todo lo que ella cocina. No por nada su cafetería tiene tanto éxito.
—Hoy te veo especialmente animada —comentó mamá, observándome con atención.
Solo sonreí. En verdad me sentía increíble. Tal vez así era eso de despertarse con el pie derecho. Gracias a Claire, mi amiga habladora, había aprendido un montón de frases nuevas, aunque entender la mitad de sus discursos seguía siendo un reto.
—¿Qué planes tienes para hoy? —preguntó