Pero ahora estaba hambriento. Me mordisqueó el labio inferior, tirando suavemente de él. Zumbaba de excitación y yo ya gemía por su nombre. Jamás dejaría de asombrarme ante su increíble fuerza mientras me sujetaba con un brazo y su otra mano recorría mi cuerpo, provocándome y burlándose de mí.
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