Edwan después de mucho tiempo se sentía ligero, aquella carga pesada que había oprimido sus hombros desapareció al momento que revelo su secreto y ella, la mujer que iba a su lado no lo rechazo, ni siquiera lo miró con despreció, en su lugar ella lo veía con más amor, sus brazos fueron su consuelo, y su voz su bálsamo de paz, atrás estaba quedando el dolor y el miedo que por años vivieron en él, ahora solo vivía el amor que guardaba para ellos, Jane y Luan, ellos eran parte de su pasado uno que no iba a olvidar, sin embargo, desde ese día solo vería hacía el futuro, donde Rosalin era su vida, con quien viviría feliz.
Cuando regresaron a casa casi al amanecer se dieron una ducha juntos, frotándose mutuamente, tomando cada uno una toalla para secar uno al otro, y fueron a la cama a descansar, el convertirse en loba por primera vez había dejado a Rosalin un poco agotada.
Edwan despertó cuando el reloj marcaba la una de la tarde, la cabeza de Rosalin descansaba en su pecho, sus brazos la