Axel tenía un fuerte dolor de cabeza que ni con todo el medicamento que había tomado se le quitaba. Tuvo que tomar el primer vuelo a Alemania y encontrarse con sus hermanos, porque su padre se había llevado a su esposa hasta Rusia y él no podía darse el lujo de perder más tiempo. Gerald seguía en su manada y nadie podía dejarlo salir sin su permiso.
— Tienes que ver esto —dijo Astrid, ladeando la cabeza y esperando que llegara a dónde ella se encontraba—. Tu querido hermano Bruno, está aquí y no vino solo.
— ¿Qué hace el traidor aquí? ¿No le bastó con lo que nos hizo? —preguntó pasándole por el lado, y entrando a la fortaleza—. ¿Qué mierda estás haciendo aquí?