38. Astrid Becker
Axel esperó a que todos esos estudiantes salieran de los vehículos para que entraran a la empresa y él poder escaparse en busca de un poco de liberación. La pobre de Sasha, a duras penas, podía caminar como se debía, sin embargo, él también la necesitaba mucho y las palabras que le dijeron sus amigos tenían mucho peso en sus hombros, puesto que él la estaba usando para su propia venganza que ya ni sentido tenía.
— Buenos días, señor Becker —saludó el encargado de esa empresa—. Es bueno verlo por aquí luego de tantos meses.
— De vez en cuando tengo que venir a ver cómo se está moviendo todo por aquí —ladeó la cabeza—. ¿Mis hermanos han venido en algún momento?
— Se puede decir que solo la señorita Astrid ha venido seguido —informó y se hizo a un lado para que pasara—. Ella está en su oficina en estos momentos. Solicitó su presencia.
— ¿Qué?
— Sí, ella está ahí.
Las cejas del alfa se dispararon hacia arriba al escuchar que su hermana se encontraba en Irlanda, la última vez que habl