— Buenos días, papá…
— ¿En dónde y con quien estabas la noche anterior? —preguntó su padre sin corresponderle el saludo—. ¿Estuviste con un hombre? —la agarró el brazo con fuerza—. ¡Te estoy hablando!
— No es lo que crees…
— ¿Qué no es lo que creo? —le bajó el cuello del abrigo—. Voy a matarte, maldita perra. Eres igual a tu madre…
— Papá…
— ¡Con un demonio! —su padre golpeó su rostro con el puño, y si no hubiese sido por la pared a su lado, hubiese caído al suelo—. ¡Camina!