Me das lástima.
El hombre logró levantarse en Indonesia y alguien lo ayudó para que llegara a ser uno de los guardias reales. Con el paso del tiempo, este hombre fue adquiriendo poder, ahora es quien alienta a Stanley para que no se rinda. Así es, Tania no está sola; aparte de Hans, Lord Enrique, la ayuda, no fue casualidad que se encontraran con el buque en el que viajaba Nicole y su hija.
—Envíen a los kamikazes, ellos ya saben cuál es el objetivo, hay que cubrirlos hasta que ellos cumplan el cometido. Stanley tenía un plan en mente: si no ganaba, al menos golpearía el corazón de Estados Unidos. Enseguida, los indonesios despegaron las avionetas negras. Por otro lado, los marinos intentaban derribar a los enemigos.
—¡Padre, nos quedamos sin municiones! Gritó Kenneth, su lanzador ya no tenía más misiles.
—¡Hijo, no desesperes! Ricardo llegó y cargó el artefacto. —¡No te rindas, saldremos de esta! En ese momento, las avionetas negras volaron sobre sus cabezas. ¡Oh no! Ricardo tuvo un mal presentimi