Culpa a Rayo.

¡Oye, ¿qué son esos privilegios? Diego mantenía el ceño fruncido y en un impulso intentó quitarle la hamburguesa a Douglas.

–¡Ni te atrevas! No son privilegios, yo envié por ella, para eso tengo dinero e influencias, ya sabes, pides por teléfono y te traen la orden en dónde quieras que estés, actualiza tu vida hermanito. El joven apartaba a su hermano y al darle un mordisco a la hamburguesa le guiño el ojo, luego sacó de la bolsa una porción de papas fritas, evidentemente, le estaba fastidiando el rato.

¡Douglas, por favor dame de eso! Diego goteaba la baba, su plato contenía lentejas con pollo, los soldados necesitan hierro, vitaminas y calcio, y esa comida contiene todo eso.

–No… tú nunca has comido esto, siempre has cuidado tu corazoncito, ¿Lo recuerdas?

–Es cierto… pero Catalina me obligó a comer estás cosas, y sí, lo admito son deliciosas, solo con ella las he comido. Al escucharlo Douglas le dio la espalda y refutó con indiferencia.

–Entonces ve con ella, yo soy tu alma gem
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