Capítulo 3

- ¡Son unos ineptos! ¿Cómo que aún no dan con ninguna de las armaduras?

– ¡Señor es difícil! –dijo uno de los soldados agachando la cabeza.

– ¡No sabemos si la leyenda sea verdad! –habló el otro.

– ¡Cállate! nadie pidió tu opinión! –. El rey Orlando Thalassino de Masonia, el gobernante más ambicioso de Esferis; desesperado por el poder y temeroso de la muerte, tenía a la mitad de sus guardias buscando las armaduras sagradas en reinos ajenos. El usaba tele-transportadores para no ser detectado. Su físico era agradable, era muy guapo; tenía el cabello negro, una barba bien cuidada, ojos verdes, alto, el tipo de hombre que toda mujer sueña, pero una lástima, porque de qué servie la belleza física, si se tiene el alma podrida y una maldición encima. Orlando era la maldición que había lanzado Elohin sobre Esferis. 

De repente entraron otros dos soldados agitado al comedor real, era allí donde se encontraba Orlando almorzando con su esposa; una mujer con una belleza envidiable su nombre Gladis. Solo hacia gesto de aburrimiento, Gladis tenía otra forma de pensar.

– ¡Señor tenemos una pista! –secó el sudor de su frente– en el reino de Merical había un hombre que encontraba ebrio, hablaba de las armaduras; decía que estaban en otro mundo. El heredero será llamado Rapsodia, las mismas están protegidas por guardianes inmortales. –Contó el guardia con emoción a Orlando. El rey sabía de la historia, pero ignoraba que se encontraban en otro mundo, así que se sorprendió.

– ¡Querido sigue con tus asuntos, yo me retiro! –le dijo Gladis al irse, odiaba esos tipos de conversaciones, sabía que su esposo estaba obsesionado. Orlando solo la ignoró. 

– ¿Por qué no me has traído al hombre? –se levantó con ira de la silla.

– ¡Señor no es de su reino!

 – ¿Acaso le ibas a preguntar? –el guardia tragó en seco – ¡Señor, pero sería secuestro!

– ¡Me importa un bledo, quiero a ese hombre en mi reino lo antes posible! –desesperado dio las órdenes Orlando, hacia cualquier cosa por encontrar las armaduras.

Orlando era tan ambicioso que hasta la muerte de su hermano mayor en sus manos quedó, él lo amaba, pero no soportó el hecho de no ser rey. Su padre los reunió a los dos, Orlando con 14 años y su hermano Gabriel de 16; el rey Julio les dijo que cuando el partiera de esa tierra, su hijo mayor seria el rey legítimo, esa era la tradición. Una semana después del cumpliaños numero 18 de Orlando, su padre y su madre tuvieron un accidente, la nave donde viajaban se desestabilizó y estrelló, fue una tragedia para todos en el reino.

Gabriel con 20 años tenía que hacerse cargo de todo, Orlando estaba lleno de envidia, tenía un plan descabellado. Citó al futuro rey a lo último del castillo, era ese su lugar secreto cuando querían hablar algo delicado. Gabriel llegó, Orlando ya estaba esperándole, se encontraba en el balcón mirando hacia abajo, pensaba en lo frío y desagradable que sería morir.

– ¡Hermanito no te mates por favor! –gritó Gabriel con burla al llegar sacándolo a Orlando de sus pensamientos. Él solo lo miró y sonrió, le dijo que se acercara y mirara hacia abajo; Gabriel hizo lo que su hermano le ordenó. El oscuro rey expresó: – ¡Lo siento Gabriel! –mientras le tomaba el cuello con su mano derecha para lanzarlo al vacío. El muy sínico bajó llorando diciendo que su hermano se había suicidado; todos lo creyeron, acababa de perder a sus padres, sus palabras tomaron más peso cuando dijo que su hermano estaba deprimido. No hubo investigación y Orlando fue coronado como: Orlando Thalassino rey de Masonia, a sus 18 años.

Al cumplir Orlando 23 años, conoció a Gladis, en el palacio del reino de Invernal Uno. Había sido convocado como todos los meses, a la reunión de reyes, en esta ocasión organizada por el rey Mauricio. Gladis lo cautivó con su belleza, aunque siendo ella dos años mayor no le importó.

Gladis era sobrina política de Mauricio Ghasmin, rey de Invernal uno, y sobrina de la reina Carolina, quien la había invitado al palacio. Su tía estaba en su primera semana de embarazo, quería tener compañía de alguien cercano, Carolina quería a Gladis como a una hija.

 –Tía mi primita o primito será hermoso, ¡Estoy tan emocionada, quiero que nazca ya!

–Gladis, sabes que te quiero como una hija, considera a mi hijo como tu hermano. –se abrazaron- y yo a ti te quiero como a una madre tía. –era muy grande el afecto que sentían la una por la otra. 

Las reuniones de reyes organizadas por Mauricio, siempre finalizaban con él hablando sobre el mito de las armaduras, sabía mucho sobre el tema y le apasionaba.

–Sí señores, mi familia conoció a uno de los guardianes. –todos en la sala sonrieron.

Al finalizar la reunión Orlando se le acercó a Mauricio.

– ¿La hermosa dama que vi hace un momento es su sobrina? –preguntó Orlado con un poco de timidez. –Mauricio un poco alegre contestó que sí, para él, Orlando era un buen partido. En ese momento el rey de Masonia confesó su interés hacia Gladis. A los dos meses Orlando pidió la mano de la mujer que lo cautivó. La reina confiaba en él, no se imaginaba la clase de hombre que resultaría ser.

–Gladis, prometo que serás la mujer más feliz de todo Esferis. –prometió Orlando.

–Lo sé mi querido rey. –pobre mujer no sabía con quien se estaba.

En la actualidad

 –Ensillen a Castell, quiero montar. –Ordenó Orlando a uno de sus soldados. Castell era su caballo, un pura sangre de color negro.

Iba cabalgando por los alrededores de su castillo, estaba el pasto verde y el cielo nublado, pensaba en lo poderoso que sería si él se convertía en el Rapsodia; de pronto Castell tiró al hombre al suelo, el animal se había parado sobre sus dos patas traseras de la nada, se asustó con una sombra que se atravesó en su camino, la misma quedó en medio del sendero; en la posición que se encontraba, daba la impresión de estar mirando a Orlando. No se podía distinguir si era hombre o mujer, simplemente se veía una mancha con forma humana. El hombre estaba aterrado, la figura se fue acercando, al estar a dos metros de él, salió un susurro de aquella misteriosa sombra: –Nunca fuiste rey y nunca lo serás. –la misma se desvaneció.

El rey estaba pálido, tenía miedo de aquello que había visto, sin embargo, su ego pudo más y expresó mientras se levantaba: – ¿Que no soy rey? ¡Claro que lo soy! –Orlando regresó al castillo a pies, Castell huyó aterrado. En toda su caminata reflexionó sobre lo que había pasado; llegó a la conclusión de que solo había sido su imaginación.

Lía buscaba en el antiguo laboratorio de su padre, cosas viejas para hacer un trabajo de ciencia, un robot casero. Estaba a punto de terminar la escuela, solo le faltaban meses.

Se fijó en un cuadro muy lindo, era la pintura de un caballo con un escrito en la parte inferior, a la distancia que estaba, no alcanzaba ver lo que decía, así que dejó de hacer su trabajo solo para acercarse a leer.  Amaba a estos animales; nunca había notado la pintura hasta ese día porque su madre no la dejó entrar al laboratorio en años. Al estar frente al cuadro, la descolgó de la pared y leyó: –Rapsodia, ¿El de la leyenda de las armaduras? –se preguntó-miró hacia la pared y se dio cuenta que detrás de la pintura se escondía una caja de seguridad. Colocó el cuadro en el piso para tratar de abrirla, fue inútil, necesitaba una contraseña; intentó poner muchas, por ejemplo: el nombre de ella, el de su madre, fechas importantes, pero ninguna dio resultado.

La chica un poco frustrada se sentó en el suelo mirando la caja fuerte. De repente se le ocurrió poner la palabra del cuadro: –Rapsodia. –digito lo que hace unos minutos leyó y fue correcto, le dio resultado, enseguida buscó lo que había en la caja.

– ¿Esto que será, parece un mapa? –Lía había encontrado un mapa de Henry su padre.

– ¿Qué es lo que dice acá? –leía emocionada con una esperanza a punto de llegar.

– ¿Este mapa me llevara a mi padre? –siguió buscando allí mismo, y encontró una nota que decía: –Hola Henry búscame a esta dirección: Aéreo 8 N 50 23 B. Tengo pista de las armaduras.

– ¿Armaduras, se referirá a las de la leyenda?

– ¡Lía ven, deja todo como estaba! –gritó Mónica desde la sala. A Lía se le había olvidado por completo su trabajo, solo tenía pensamientos para aquello que había encontrado, sospechaba que su padre estaba vivo, y no muerto como lo declararon las autoridades, nunca encontraron su cuerpo.

– ¡Estoy segura que, si le encuentro respuesta a esto, encontraré a mi padre! –lo primero que pensó fue en buscar a la persona de la dirección.

– ¿Quién será la persona de la nota? –Lía dejó todo como estaba, pero se guardó en secreto lo que había encontrado, su madre no la dejaría hacer nada. – ¿Qué tanto hacías en el laboratorio?

–Solo buscaba materiales para un proyecto madre. –. A Lía se le aproximaba una idea.

–Mamá, hoy tendré que ir a casa de una compañera. Haré un trabajo de fin de clase, ella vive en la zona aérea; saldré después del almuerzo, me llevare la motexpor. (La motexpor era una especie de moto, con la diferencia que no tenía ruedas si no que propulsores)

– ¿En casa de Gina? –Gina Ripol era la mejor amiga de Lía, se conocían desde niñas, tenían la misma edad, era una joven hermosa con un cabello negro, piel blanca y ojos como el mar de color azul, a veces Lía se perdía mirándolos.

–No mamá, ella no estudia en el instituto. ¿No recuerdas que se mudó? Voy a la casa de una compañera, también vive en la zona Aérea.

– ¡Bueno, pero no aumentes tanto la velocidad, es peligroso eso allá arriba, esos conductores no tienen consideración!

–Madre no te preocupes, confía en mí. –le dijo de forma reconfortante. Lía terminó de comer a toda prisa, ni siquiera se comió los Nuggets de pollo que tanto le gustaban. 

- ¡Madre chao me iré! –Lía sacó la motexpor, vio la nota con la dirección: Aéreo 8 N 50 23 B. y se marchó.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo