—Estoy cansada, tal vez deberíamos vernos mañana —le propongo soltando un enorme suspiro.
—Dime la verdad Candice, ¿dónde estabas? —Damon ancla sus ojos sobre mí al tiempo que el enojo se cruza por sus perfectas facciones.
—Ya te lo he dicho —pongo los ojos en blanco tratando de parecer despreocupada.
—No te creo —insiste.
—¿Se puede saber que mosca te picó? —enarco una ceja manifestando mis dudas en un tono glacial.
—La verdad es que Armand me ha llamado hace unos minutos diciéndome que habló contigo, me contó que le pediste que me operara él