Felipe llamó a Manolo, su amigo casi como un padre lo atendió en la primera timbrada y sin dejarlo hablar le dijo —¿Dónde carajo estás? ¿Qué pasó lograste convencer a Alondra de que no se casara?
—No, no logré convencerla, a esta hora debe ser la esposa de Cristiano —expresó con tono de derrota.