Fira abrió los ojos despacio, se sintió por completo desorientada cuando encontró sobre ella el dosel de una enorme cama. Al principio le achacó las sensaciones de su cuerpo a la resaca de la droga, algún potente coctel que la había dejado fuera de combate; luego cayó en cuenta que no estaba en su cama, ni en su casa y la sensación esponjosa de su cuerpo era el vestido que llevaba puesto.
Con solo verse se sintió transportada en el tiempo a la época de su juventud. Su cuerpo estaba cubierto con un vestido de terciopelo borgoña de estilo gótico tardío, de amplio escote que mostraba sus hombros y el nacimiento de sus pechos, se ajustaba a su silueta con dos lazadas, una a cada costado; las mangas eran ceñidas a sus brazos, terminando en picos sobre el dorso de su mano pero sin cubrir sus dedos; la cintura se estrechaba para luego abrirse en una falda ancha y de cola amplia. Debajo