-iBASTA, BASTA, POR FAVOR!-
El muchacho rubio se retorcía de dolor.
Con sus ojos brillando en un peligroso dorado, un sádico Christian destrozaba la espalda del chico a base de latigazos.
El pobre infeliz deseaba morir para poder evitar tan tremendo castigo.
Divertida, Haley presenciaba tal acto mientras comía snack de patata.
-Mm, es mono el niño- alegó.
Christian, riendo igual que un demonio, disfrutaba viendo cómo la hermosa espalda de aquel chico empezaba a tornarse roja a consecuencia de la sangre que manaba de las heridas y que salpicaba en su torso, cara, brazos y demás.
-¿Luego te lo vas a follar?- indagó la mujer como si preguntara por el tiempo.
-Ooo ya lo creo- masculló Christian.
El látigo se estrellaba, una y otra vez, en la dañada espalda del rubio, quien no cesaba de suplicar.
-POR FAVOR, POR FAVOR, PARE, PARE, POR FAVOR-
Pero cuanto más rogaba, más feroces eran los latigazos.
Levantan