El auto se detuvo en el estacionamiento del hotel donde Juan y Samuel esperaban en el patio. Alondra salió del auto, renuente a entablar una conversación trivial con Diego. Se acercó inmediatamente a ellos, con una expresión oscura en el rostro.
Samuel gruñó de frustración, su mirada aguda fija en el conductor que acababa de salir y abrir la puerta trasera. Samuel sintió el impulso de desatar su furia, de destrozar a Diego en el acto.
"Hey, cálmate, K9", susurró Juan, notando el comportamiento tenso de Samuel.
"¡Cállate!" Samuel replicó irritado.
"Buenos días, Samuel, Detective", saludó Alondra.
La mano de Samuel comenz&oac