Dimitri me dejó en el edificio donde yo vivía y se excusó conmigo porque tenía que irse, según él porque alguien no había hecho bien su trabajo y ahora tenía que arreglarlo. Tener a Dimitri como jefe debe ser una tortura, así como es tan demandante para follar, debe ser aún más en el trabajo.
Entré al edificio y el hombre que estaba en la recepción me llamó. Yo me acerqué a él y lo saludé cordialmente.
— Le han dejado un regalo — me dijo.
Él sacó una caja bastante grande envuelta en papel regalo y me la entregó.
— Muchas gracias — le dije.
Fui con la caja hasta el ascensor y subí a mi piso, caminé hasta la puerta de mi apartamento y entré. Hoy, con lo que había pasado con mi coche, me había puesto a pensar en muchas cosas y en lo locas que pueden llegar a ser muchas personas.
Puse la caja en mi sofá y me alejé. Más tarde vería qué es, ahora iba a darme un baño y comer algo, ya que no había podido hacerlo con Dimitri.
Después de bañarme y comer, me senté al lado de la caja. Mi curiosid