—¿Está seguro de que esta es la esposa de Lucien Halloway? No vaya a ser que volvamos a cometer la misma maldita equivocación.
—¡Sí, jefe! Revisé dos veces la foto que me dio antes de acercarme a ella en el columpio. Tuve suerte de verla afuera del hotel. ¡La vi salir por la puerta de emergencia!
Me desperté de golpe al escuchar la conversación entre dos hombres. ¿Qué pasó? ¿Por qué me duele la cabeza? ¿Y por qué no puedo ver nada?
—¡Oh, no, jefe! ¡Parece que la esposa de Lucien Halloway se despertó!
Espera… ¿cómo saben quién es mi marido? ¿Dónde estoy?
Intenté mover los pies, pero era imposible: algo los mantenía inmovilizados, como si tuviera ataduras. Tampoco podía hablar; parecía que tenía cinta en la boca que me impedía articular palabra.
—El gran jefe viene en camino. Maldición, como esta mujer que trajiste no sea la esposa de Halloway, ¡otra vez estaremos en serios problemas!
—Sí, jefe. Estoy seguro de que es la esposa de Lucien Halloway. Se llama Evelyn.
Sentí un miedo abrumad