Capítulo 1

eso solo lo suficiente para que se vieran sus rostros, aquello era lo más cercano que tendría a una venganza.

—Artemisa... —pronunció el señor D saliendo de su despacho—¿Estas bien? Porque lo subiste, podíamos hacerlo de otra manera... No quiero a la gente hablando a tus espaldas.

—Estoy bien, no se preocupe... Lo pensé mucho, y digamos que es una forma de darles un golpe duro— mencionó fríamente—, me aseguraré de que esto no nos afecte negativamente.

— No me importa lo que pueda decir la prensa, no quiero que esto te afecte negativamente... Los chismes y los malos comentarios de otros, aunque lo neguemos nos afecta, ni tu ni yo somos una excepción— le aconsejo sentándose en el escritorio—, no quiero leer tus correos este fin de semana, mi nieto llega hoy de Inglaterra así que lo haré ponerse al día con los proyectos.

Artemisa resoplo no le parecía aquello, quería mantener su mente ocupada.

—Señor Dimitri, no puede...

Empezó a quejarse mientras este volvía a su oficina y con mirada seria le ordeno.

—No quiero ningún email tuyo el fin de semana, ve al spa, cómprate ropa, date una cena cariñosa... No te lo pido, te lo ordeno.

—Mejor iré por un trago.

Al terminar todo el trabajo Artemisa recogió sus cosas y se cambió en el amplio baño de la oficina, menos mal había guardado un vestido de emergencia en la oficina. Se maquillo un poco y se recio perfume, bajaría y que todos vieran que aquello no le afectará.  Terminó y espero que las puertas del ascensor se abrieran, ingreso y pulso el botón del primer piso.

Cuando estas se abrieron todos la observaban y hacían comentarios, en el vestíbulo a Rosa quien gritaba y luchaba contra el guardia de seguridad.

—Pensé que ya te habías marchado — dijo lo suficientemente alto, los hombres se giraron para darle una explicación.

—Estamos reteniendo todas sus cosas, no sabemos si puede haber memorias o USB como información o en su teléfono, le explicamos que es un procedimiento legal, pero se niega a ceder.

—Llamen a la policía si se niega a abandonar el edificio, no tienen por qué soportar los insultos de esta mujer— les aconsejo, por primera vez no le afectaría que fuera su amiga, ella tal vez nunca pensó de la misma manera que Artemisa hacía ella, entonces, ella tampoco lo haría.

—Tu m*****a perra... tú lo hiciste — le grito enojada mientras intentaba llegar a ella.

—Eso es algo que tampoco yo sé, pero me alegra saber qué clase de persona sus —le respondió —, dicen que nadie se mete donde nadie deja a un tercero entrar, pero creo es más tu sentido de querer ser más que yo, que realmente estás dispuesta a todo... Nunca sabemos las verdaderas caras de las personas hasta momentos como este.

—Nunca serás más que yo, mientras yo viva jamás estarás por encima de mi— dijo enojada mientras soltaba miles de insultos.

Artemisa por su parte se mantuvo seria sin caer en sus palabras maliciosas.

—En estos momentos demuestras que ambas podemos decir de manera claro lo que pensamos... pero tu solo eres irrespetuosa mientras tanto yo con respeto demuestro que nos criaron de manera distintas — soltó dejando a todos congelados se sabía que Artemisa era una chica muy calmada y nunca respondía ante las injurias y malos comentarios de otros. Una leona acaba de surgir y nadie se atrevía a meterse en su camino.

No dejaría que nadie más jugará con ella.

Subió en el primer taxi que encontró, y se dirigió a un bar cerca de la empresa, hoy se daría el gusto de gastar dinero bebiendo como si no hubiera mañana, no se detendría. Al llegar el ambiente era calmado, aunque cuando la noche empezará a caer sin duda la música suave cambiaría por una más movida, tomó asiento en la barra y le sonrió al barban. Siempre evitaba los lugares con muchas personas, pero por hoy intentaría no pensar tanto en aquello.

— ¿Qué desea beber? —le preguntó el chico sonriéndole.

—Mmmm, no se mucho de tragos, pero me gustaría empezar con algo liviano—le explico nerviosa.

—Okey, lo que la señorita desee —dijo para empezar a preparar el trago,

Y luego de eso vinieron uno tras otros a medida que el lugar llegaba aún más personas, se sentía relajada y fresca como si no hubiera nada más que aquella emoción, luego de eso el sueño se hizo presente sentía sus ojos pesados, todo el cansancio de los últimos dos días empezaba a ser peso sobre si, al igual que la tristeza.

—¿Sabes por qué estoy aquí ahogando mis penas? —le preguntó al hombre a su lado quien realmente no parecía nada interesado en lo que la chica hablaba, más bien era muy parlanchina para su gusto.

—No podría saberlo, señorita y tampoco estoy interesado en hacerlo— le respondió tangente, bebiendo de su copa estaba de mal humor para aguantar a alguien borracho.

—Ese maldito hombre me engaño y cuando no consigo información por mí se acostó con mi mejor amiga —dijo dándole un sorbo a lo que sea que estuviera tomando —. Pero les enseñe una lección, pero ¿sabes qué? No me siento satisfecha.

—Entonces deberías darle una lección — le respondió el hombre, su voz era grave y muy fuerte, apoyo la cabeza en la palma de su mano observando su perfil.

—Lo he pensado, pero decir que el sexto nunca fue bueno sería una mentira—se lamentó soltando un gran suspiro.

—Entonces... de vuelve todo lo que te hizo.

—¿Engañarme? No sé si lo has notado.... pero el desgraciado me engaño de muchas maneras, me uso y ahora parece que soy la idiota la cual salía con un hombre que no valía ni un segundo de sí tiempo.

—Entiendo cómo te sientes, pero te recomendaría que dejaras todo pasar o...

Ella se sentó rápidamente e inclino la cabeza para observar su rostro o lo que las luces del lugar dejaban ver.

—¿O...? —repitió lo último que dijo de manera

—¿Juego peligroso? —propuso.

—¿Peligroso? Dices que le lance algo a su carro—ella sonrió de solo pensarlo, y aplaudió emocionada.

—Págale con la misma moneda—dijo susurrando cerca de su oído haciendo que se estremeciera, ella lo miró y sus ojos se encontraron, sus alientos se mezclaban.

Ella no podía apartar la mirada de aquellos hermosos ojos.

—Engañarlo, tienes muchos peces por aquí.

Artemisa lo pensó por un momento tal vez hacer aquello no la hiciera sentir mejor tal vez luego de aquello podría creer que le causaría el mismo dolor; tal vez para Ricardo nunca significó nada o solo era un juego ante sus ojos, una chica que no tenía nada con la cual un chico rico podía divertirse. Nunca había salido con chicos tal vez una que otras citas, pero una aventura de una noche, aquello de solo pensarlo le pareció emocionante, no había sentimientos pasajeros, solo lujuria, luego cada uno desaparecería y nunca jamás se encontrarían. Sonrió al hombre a su costado, un juego peligroso no estaría demás.

—¿Debería? —apoyo el codo de la barra, y con una sonrisa se acercó y le susurro al oído—¿Quieres?

Declan la observó, no parecía tener experiencia seduciendo a los hombres.

—¿Qué me estas ofreciendo?

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