28: Solo un convenio de placer.
Lauren.
El fin de semana con mi madre había resultado mejor de lo que esperaba. A diferencia de mi otra visita, cuando no me recordaba y se sentía un poco irritada, me dejaba de lado, sin comentarios o acciones que me dolieran demasiado.
Sonreí al verla pintando entusiasmada en una libreta que le compré. Era la noche del domingo, estábamos en su habitación, y aunque no me recordaba, había algo que seguía repitiendo.
—¿Quién es William Sinclair? ¿Un cantante que me gusta?
Sentí una punzada en el pecho, de nuevo. Lo había nombrado de repente el viernes, el día sábado, y de nuevo esta vez, así que respondí lo mismo.
—No, Laura. William es… Un hombre para el que solías trabajar.
—Ohh… ¿Yo trabajaba? —me preguntó, despegando la mirada de la libreta.
—Sí, Laura. Trabajaste mucho tiempo para él. Lo recuerdas porque lo quieres como tu familia.
Mi madre asintió lentamente, y su rostro se entristeció.
—¿Sabes todo eso porque eres mi familia? Tengo rato pensando en dónde te he visto. Te conozco.