Por ella
Por ella
Por: Paola Ubera
Capítulo 1

Había ciertos errores de los que no podía escapar.

Tenía diesinueve años cuando me involucré con Dylan, lo habría dado todo por decifrar en su rostro la mirada de un psicopata, pero sus pupilas me rimaban con amor.

Sus besos me arrancaron el alma a pedazos, desfigurandome la vida poco a poco hasta encontrarme ahí, en ese departamento vacío con la oscuridad golpeandome la espalda.

Había huido, por mí y por ella.

Ahora que veía el refrigerador desierto comenzaba a perderme la fé, pero la bebé que dormía entre el hueco de mis brazos me impulsaba a seguir deslizandome en puntillas por el departamento. Eran las cinco treinta de la mañana cuando recosté a Sarah sobre la cama, retuve las lagrimas e ignoré lo pesado que se sentía mi cuerpo. Me sentía insuficiente.

Las personas a mi alrededor, que no paraban de juzgarme y verme como si hubiera tenido otra opción, fomentaban esa idea.

Quince entrevistas de trabajo habían sido deterioradas cuando había dado información sobre Sarah. Nunca pintaban bien mis veintitrés años de edad, la falta de disponibilidad y mi antiguo trabajo en el restaurante sobre la carretera veintidós, con un horario que involucraba a una niña durmiendo en la sala de descanso a las tres de la madrugada.

Entré a la ducha y dejé que el agua fría renovara las últimas veinticuatro horas sin dormir, cuando salí del baño Rebeca estaba acostada al lado de Sarah. Ella era docente, la había conocido en la universidad durante mi noviazgo con Dylan, fue una pieza decisiva para encontrar refugio después de escapar. Habían pasado seis meses de eso y seguía siendo un gran consuelo.

Salí del departamento con las zapitallas en las manos y cerré con cuidado la puerta, el casero estaba lejos de ser una persona amable, pero era mi única opción.

Una vez estuve afuera me monté sobre el pequeño y viejo auto, de esa manera llegué a una de las mejores zonas de la ciudad, estacioné a unas cuadras del edificio en donde sería la entrevista y partí hasta el lugar. Había hecho aquel proceso tantas veces que no me costó disimular los pasos tranquilos, y erguir la barbilla mientras me guiaban a las oficinas en donde había sido mi primera entrevista, para mi sorpresa el elevador se detuvo en el último piso.

Acomodé mi falda de tubo y verifiqué en el reflejo de los ventanales que todo mi aspecto estuviera en orden, a traves de ellas podía ver la ciudad perderse hasta el horizonte. Y con la ciudad a mis pies me decidí en avanzar.

En el piso solo había una pequeña oficina y una enorme puerta de madera, respiré profundo y cerré los ojos antes de tocar dos veces, cosa que al instante fue atendida con un simple y sencillo "pase".

Al entrar oculte mi impacto por la oficina, y aún más por la persona en medio de esta, que sentado detrás de un gran escritorio me observaba con atención.

Ni siquiera había considerado la posibilidad de entrar a esa empresa, aún con el puesto más bajo, ahora se había vuelto mi opción más segura y no iba a arruinarlo, aunque tuviera que omitir ciertos detalles de mi vida.

——Mateo——

Hace un par de días se cometió un error atróz dentro de la compañía, hubo mucho papeleo de por medio y un par de despidos. La situación que nos había provocado un empleado no calificado me hizo ejercer ciertas medidas, entre ellas mayor restricción y supervisión en los nuevos empleados, principalmente en el puesto que había causado todo ese alboroto. Todos esos eeajustes dieron píe a ese momento, en donde la cancelación de juntas y mi molestia se habían convertido en intriga.

La mujer sobre calificada que se presentaba a su segunda entrevista tenía excelentes resultados académicos, acababa de concluir su licenciatura en derecho y era sabedora de tres idiomas, en donde abarcaba Inglés, Español y Francés.

A decir verdad no era el currículum lo que me sorprendía, si no el puesto a el que lo presentaba, con una preparación así sería algo sencillo entrar a el departamento de abogados y contemplar un sueldo mas elevado que el de una secretaria.

Faltaban dos minutos para las seis treinta cuando escuché dos débiles golpes en mi puerta, estaba completamente seguro de que era ella, pero dudaba un poco con quien encontrarme. Por mi puerta cruzó una chica de veintitrés años, logré analizarla durante algunos segundos, era una mujer difícil de ignorar, su cabello era de un suave color café y estaba atado en una alta coleta de la cual se escapaba un pequeño rizo que caía sobre su frente.

"Buenas Tardes"  – Fueron las únicas palabras que escucé de su presentación, la cual fue con respeto y decisión, eso era algo que me agradaba.

Ella estaba dispuesta a conseguir este trabajo y dadas las circunstancias pasadas era seguro que lo tendría, pero antes quería comprender por que quería un puesto tan bajo teniendo en cuenta su preparación.

Me levanté de mi sitio y tomé su mano en forma de saludo – Tome asiento – Indiqué una vez acabado el saludo e interrogué sobre las preguntas marcadas por la trabajadora social que salió momentos antes de que entrara Jessica, tratando de ocultar mi curiosidad dirigiendo mi mirada hacía la computadora.

——Jessica——

No me miraba.

Estaba concentrado en su trabajo y su atención no se dirigía a mi y a decir verdad; no sabía si eso me tranquilizaba o me molestaba.

Había estado esperando por esta reunión mucho tiempo y aunque era una constumbre pasar por malos ratos, esa falta de interés formaba un gran desfalco en mi confianza.

– Yo... – Respiré profundo, el delito de falsedad documental y de intrusismo profesional habían sido pisoteados por mi bolígrafo al momento de hacer el currículum, y aunque en persona era más complicado romper la ley, me encontraba ahí. Entonces decidí ser sutilmente sincera –Necesidades económicas – contesté y el levantó la mirada con una sonrisa irónica a penas visible.

– Jessica – Pronunció con extremo cuidado –¿Usted sabe cuanto ganaría en un departamento de abogados? – Me preguntó con levedad. Tenía razón, así que afirmé con la cabeza.

Había intentado entrar a alguno de esos espacios, durante semanas hasta que entendí que a las empresas y bufetes jurídicos no les era conveniente contratar a una madre soltera, sin comentar sus miradas despectivas por la edad.

El permaneció en silencio durante algunos segundos, yo permanecía mirándome las manos arriba de mi regazo, la seguridad estaba tambaleando dentro de mí –Muy bien, me sorprenden sus antecedentes, por lo cual tiene el puesto – Dijo de la nada, hablando con total tranquilidad y regresando la vista a la pantalla de la portátil.

Levanté el rostro con agilidad y lo observé por un momento sin creerlo realmente. Si Anne with an e estuviera conmigo, me habría insistido en pellizcar mi brazo para despertar.

-Mañana a las seís en punto se presentará en su oficina, los detalles de su hora de salida y almuerzo los sabrá después – Sonreí afirmando mis pensamientos, intenté con mucho esfuerzo ocultar mi euforia.

Estaba contratada.

Era la mejor noticia que había recibido en meses e incluso me costaba coordinar mis movimientos.

–Muchas gracias –Hablé en cuanto me puse de pie –Le agradezco esta oportunidad – Sonreí en cuanto me miró.

Por fin tenía el trabajo.

Al salir de la oficina ahogué un grito de emoción y saqué mi móvil mientras caminaba por los pasillos. -Hola Jessica, ¿Sucede algo malo?

Preguntó

Rebeca angustiada, pero mi sonrisa no pudo evitar crecer.

-Todo lo contrario -dije entusiasmada- ¡Tengo el Trabajo!

-Sabia que lo conseguirás, te esperaré aquí con Sarah, estará muy alegre de ver a su madre...

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