Layne
Naiara tiene la particularidad de trastocar mi pensamiento, generalmente organizado y consciente en una mezcla, un revoltijo que yo mismo no sé controlar. Aún más cuando se me acerca, cuando me ve con esos ojos hermosos, y yo me debato entre tocarla y no dejarla nunca más.
Nunca pensé que ella fuera una persona que intentara ir contra las reglas todo lo contrario. Mi princesa siempre había sido consecuente, considerada y responsable. Y, sin embargo, parece que al llegar al imperio, al pisar la tierra, su tierra había cambiado, quizás bajo mis ojos, sin yo darme cuenta.
Abajo, todo se ve bastante oscuro, el lugar es lúgubre, pesado y francamente opresivo. Simplemente, porque no puedo dejar de evitar protegerla, me colocó frente a ella, tapándola un poco mientras damos unos pasos hacia ese pequeño cubículo enrejado.
— Prisionero...— digo yo con voz alta y clara — Hay más preguntas para usted— índico.
El hombre flaco levanta su cara lentamente y nos ve de reojo, como si ese s