Capítulo 3

PELIGROSA SEDUCCIÓN

Capítulo 03

Anna Miller

El agua cae por mi cuerpo empapándome por completo.

La barra de jabón se desliza por mi piel, mi corazón da un salto al recordar las palabras que salieron de esa boca seductora de Noah. No puedo dejar de pensar en eso una y otra vez. ¿Por qué siento este tipo de atracción por ellos? ¿Qué es eso que tienen que me llama tanto la atención?

Paso una toalla por mis brazos, dorso, rostro y piernas para secar la humedad que queda por mi baño, son las seis de la tarde y ya es hora de prepararme para ir a mi cena de chicas con Diana. Abro mi closet para sacar el vestido corto de seda negra que he comprado antes de llegar a Madrid.

La tela se ajusta a mis curvas y a pesar de mi escasa estatura, podría decir que me veo sexy con esto puesto. Rizo un poco mi cabello azul, recordando que ya es hora de quitar este color antes de ingresar a clases. Me aplico un poco de labial rojo puta como le diría mi mejor amiga y finalizo colocándome los tacones de aguja que tengo desde hace un par de años.

Camino por el pasillo solitario moviendo mi cadera de un lado hacia otro, esta noche me siento sensual y creo que mi estado de ánimo mejoró mucho con la visita de Gael. ¡¿Qué coño estoy diciendo?!

Aprieto la bolsa de mano, al ver a Noah y Gael discutir fuera de su apartamento, el pelinegro niega en repetidas ocasiones antes de palmear el hombro del rubio en el justo momento que me ve.

El chico con tatuajes en el cuerpo, me mira de arriba hacia abajo y quiero reírme al percatarme de su forma tan poco sutil de pasar saliva por su garganta. Gael abre la boca sin decir nada y solo da un paso hacia atrás.

Inhalo hondo al pasar por encima de ellos, pero termino deteniéndome al escuchar la maldición de Noah.

—¡Santo Dios! ¿Dónde estaba todo esto, esta mañana? —la voz del rubio, suena mucho más varonil ahora.

—Déjala en paz, Noah, ya es suficiente… —suelta Gael.

Giro mis pies para responderle.

—Siempre ha estado allí, otra cosa que tú no tengas el placer de verlo ¿No crees? —el pelinegro eleva la comisura de sus labios y desde aquí puedo ver como alza su pulgar dándome su aprobación por mi respuesta.

Noah da un paso hacia adelante.

—¿Quién dijo que no puedo verlo? ¿Quién me lo prohíbe? ¿O tienes novio o alguien te espera en Colombia?

Gael toma su brazo, pero se zafa de inmediato.

Miente Ann, miente antes que todo esto se salga de control y ya no puedas escapar de ninguno de los dos… —Nadie, pero te lo digo yo.

¡Es que soy masoquista y estúpida de paso!

¡¿Qué me costaba decir que estaba comprometida y que mi marido era un mafioso, aunque fuese mentira?! Mi pecho sube y baja al ver la sonrisa de Gael, es como si dentro de él también se celebrara mi notoria soledad.

—¿Ves que es fácil decirme las cosas? Además, desde que te vi en ese bar, sabía que algo dentro de ti me llamaba a gritos… Es como si tu naturaleza sumisa me dijera ¡Castígame, por favor! —paso por encima de él, golpeándole con el hombro izquierdo. ¿Qué acaba de decir? ¡¿Es que acaso va tratando a todas las mujeres de esta forma?! No vale la pena ni responderle.

Acomodo la medalla con forma de estrella que cuelga de mi cuello, cuando siento a alguien tocar de manera salvaje el antebrazo de mi mano. ¡¿Esto es una broma?! Gael viene corriendo detrás de su amigo quizás intentando detener la brutalidad de este hombre.

—¿Tú mamá no tomó ácido sulfúrico, cuando estaba embarazada? ¿O tienes algún retraso mental? Solo respóndeme algo que valga la pena y me quite estas ganas que tengo de cachetearte tan fuerte, que todo Madrid se entere lo bastardo que eres.

Gael se coloca en medio de los dos, en su frente se dibuja una capa ligera de sudor, quizás porque ha corrido demasiado detrás de este imbécil.

—Ya estuvo Gael, ya estuvo—jala a su amigo, pero este le ignora—¡Déjala ir! ¿Por qué todo es un reto para ti? ¿Qué tiene ella que la diferencia de las demás? Yo la veo tan común como la mujer que te follaste en el bar anoche… —muevo mis pestañas de arriba hacia abajo, intentando organizar y procesar todo lo que el pelinegro ha dicho en menos de diez segundos.

¡Es que los dos son unos idiotas de lo peor!

Me coloco delante de Gael, pero este no es capaz de retenerme la mirada—Valgo más que mil mujeres con las que te has acostado, valgo más que esa puta de anoche, valgo más que tu mamá incluida. ¿Quiénes se creen que son? —empujo a Noah—¡¿Quién eres Noah?! Ninguno tiene atribuciones de ningún tipo conmigo y más les vale que nunca me vuelvan a hablar en sus vidas.

Salgo del edificio botando humo por los poros, es que esto se ha salido de control y si no les pongo un freno, terminaré envuelta en un rollo de lo peor.

Me meto en el taxi para llegar al apartamento de Diana, escucho al chófer maldecir y es que no me puedo creer lo que estoy viendo con mis propios ojos y estoy presenciando en este mismo momento.

¿Alguien que me ha echado brujería o que es la cosa?

Noah ha abierto la puerta trasera en donde estoy sentada, mientras que Gael se ha sentado en el copiloto. El conductor me mira atónito sin saber que hacer y a lo mejor se le ha cruzado por la mente que le piensan robar—¿Van con ustedes, señorita?

Intento protestar, pero Noah sujeta mi mano y asiente—Acabo de llegar de Barcelona mi señor, es por eso que mi novia esta sorprendida. ¿Para dónde vas cariño? —no debería decirles, pero quiero que todo esto acabe lo más rápido posible.

—Avenida siete, centro. —digo sin más. Miro a Gael apoyar la palma de su mano sobre su mentón y puedo jurar que le he visto sonreír. Su cabello se mueve hacia atrás por la brisa fuerte de la noche. Noah no me quita los ojos de encima y ya me he empezado a incomodar.

El conductor está manejando a toda velocidad y no sé en qué momento ha frenado de golpe y la mano del rubio a mi lado a terminado en mis tetas. Este, las quita de inmediato cuando me incorporo. Pego mi espalda contra el espaldar del coche y no sé ni que decir.

—¿Están bien? —pregunta el taxista nervioso—¡Lo siento! Una chiquilla se nos ha metido en el camino y pues no le he alcanzado a ver ¿Esta bien su novia?

Noah asiente mientras que mueve la mano con la que me tocó—Más que bien diría yo.

Gael carraspea la garganta—¿Estas bien, señorita zapato? —no puedo evitar reírme por ese apodo tan creativo que ha usado para llamarme desde que me conoció—Noah… —se gira para ver a su amigo—Más te vale que te comportes para donde sea que vayamos, no quiero problemas y sabes cómo se ponen las cosas si algo sale mal.

—No te preocupes, solo quiero saciar mi curiosidad…

Gael niega y solo puedo hacer silencio—Por la curiosidad murió el gato Noah, murió el gato…

(***)

Diana nos mira a los tres, pero no es capaz de decir nada.

Miro mi móvil intentando alejar estos pensamientos de asesinato que se me están cruzando por la mente. Noah toma un trago de vino tinto que le ha servido mi amiga; mientras que Gael lo único que hace es mirarme fijamente. La rubia se levanta de la silla del comedor para ir en camino hacia la cocina.

—¿Por qué se han venido detrás de mí? ¿Qué es lo que quieren? —Gael abandona la silla en donde hace algunos instantes estaba sentado. Noah tuerce su labio a medio lado notoriamente molesto por la actitud de su amigo.

Frunce el entrecejo—Estoy aquí porque quiero, ¿No dijiste que no tenías…? —el pelinegro no le deja terminar, ya que lo arrastra hasta la puerta principal del brazo. Tapo mi boca con las manos, al ver al rubio empujar a su amigo contra la pared. —Te dije que no te metieras en esto ¿A caso ya no lo habíamos acordado?

Lo suelta.

Intento tranquilizarlo al ver a mi mejor amiga llegar con algunas bandejas de la cocina, se queda quieta al lado de la mesa al vernos en silencio a los tres. Les hago una seña a ese par para que al menos se comporten por unos minutos y después intentaré no verlos nunca más en mi vida.

Como un trozo de pollo sin dejar de mirar a ese par, Diana le sonríe de manera coqueta a Gael y ruedo los ojos porque suele comportarse como una chica tierna cuando quiere conseguir algo, pero si la gente supiera que es solo su fachada y que su verdadera personalidad está tan alejada de eso.

—Anna… —un escalofrío pasa por mi cuerpo al escuchar mi nombre salir de la boca de Diana, Gael y Noah alzan la cabeza y esa sonrisa que disimulan me hace dar cuenta que han ganado una batalla—¿Me pasa las papas? —bajo la cabeza disimulando mi frustración.

—¿Anna? —pronuncian ambos al mismo tiempo. Ya me llevó la que me trajo, diría mi padre en este justo momento. Noah se lleva un pedazo de lechuga a la boca, puedo ver desde aquí como saborea el alimento, pero lo que creo que realmente saborea, es el sabor de su triunfo.

—¿Dije algo malo? —masculla la rubia luego de tragar lo que tenía en la boca—Ann, recuerda que el lunes de la próxima semana entramos a clases, Madrid High School, es un colegio de elite, así que intenta quitarte ya ese tinte espantoso que tienes en la cabeza… —suelto el cuchillo y el cubierto de mis manos para tirarlos sobre la mesa. Es que a Diana solo le falta decirle el número de mi seguro social y cuanto tallo en brazier.

Gael se ríe.

—¿Madrid High School? Esto se está poniendo interesante—le habla Noah a su amigo. El rubio dirige su mirada hacia Diana—¿Qué edad tiene Ann?

Miro de inmediato a mi amiga para que no diga nada, pero fracaso en el intento cuando la escucho pronunciar un perfecto «veintidós»

¡Esto es un completo desastre!

Me levanto de la mesa frustrada, enojada y con unas ganas de darles unos buenos madrazos a ese par de idiotas. Escucho a Diana llamarme, pero la ira que llevo dentro tardará al menos algunos segundos en apaciguarse. Cierro la puerta del baño del apartamento en donde vive mi amiga ¿Por qué yo? ¿Les hice algo tan malo, para atormentarme de esta manera? Aprieto con la palma de mi mano el borde del lavabo. No conocen a Anna Miller y es mejor que se atengan a las consecuencias.

Giro la perilla de la puerta de madera y brinco al ver a Gael en la entrada principal, al parecer esperándome para decir algo. Le paso por encima sin ni siquiera escucharle, ya que, si desde el inicio hubiese parado a Noah, yo no estaría en esta posición.

—Él no te hará nada, me lo prometió… —me doy media vuelta para verlo.

—¿De qué hablas?

—Le gustas y le gustas mucho… Así que no te dejará hasta que te tenga, Noah es muy… —lo veo encorvarse de hombros. Alguien coloca las manos sobre mis hombros y no tengo que ser una adivina para saber que no es.

Chasquea la lengua—¿No es de mala educación hablar a hurtadillas? Gael Sánchez ¿Qué pensaría tu madre si te ve en esta situación tan penosa? Ann, —me mira— tu amiga te llama, al parecer un tal Andrés ha sacado todo el dinero de la cuenta que tenían juntos…

Los dejo solos y salgo corriendo con un nudo en la garganta.

(***)

Han pasado cinco días desde el incidente en la casa de Diana y aunque agradezco que después de eso no volví a tener inconvenientes con ese par, las cosas han estado mucho más silenciosas en el pasillo de mi piso. Anoche tuve un episodio falta de nervios por una pesadilla que tuve con el accidente de hace un año donde mi hermana y mi madre fallecieron.

Todo se está complicando para mí.

Podría jurar que las alucinaciones cada vez se sienten más reales, en mi sueño Anne me apretaba con fuerza y salvajismo y puedo jurar que he visto las marcas sobre mi cuello. Un ruido extraño me sobresalta, me levanto de la cama y me dirijo hacia la cama al volver a sentirlo, pero ahora con más fuerza.

Alguien está rompiendo cosas en el apartamento de Gael y Noah.

El sonido de algo siendo fragmentado contra la pared me pone alerta, así que decido ir a averiguar qué es lo que está sucediendo. Doy pasos suaves al llegar a la entrada de la propiedad de los chicos, no sé qué escena me voy a encontrar y solo espero por todos los cielos que no sean los ladrones o que alguno de los dos se ha hecho daño.

Trago grueso al ver la puerta abierta, hay algunos cuadros de pinturas y fotografías rotas y tiradas en el piso. Paso a un lado de los vidrios sobre el suelo para no cortarme con ellos. El lugar es supremamente espacioso y normalmente podrían confundir este sitio con una galería de arte por todas las esculturas y dibujos que decoran el lugar.

Escucho algunas voces susurrando, así que me adentro un poco más para averiguar el misterio detrás de todo esto.

El sollozo de alguien llama mi atención, así que doy algunos pasos hasta una puerta negra y lo que veo logra erizar cada vello de mi piel. Gael esta arrodillado en el suelo, mientras que Noah lo envuelve entre sus brazos. La escena me hace ver que ellos son como son como hermanos.

Los ojos azul cielo del rubio se agrandan apenas me ve, el hombre que protege intenta zafarse, sus mejillas y nariz están en su totalidad de color carmesí. Noah me pide que me acerque y lo dudo por algunos segundos.

—Gael… Gael… —susurra con voz entre cortada—Él sufre de un trastorno psicológico llamado «Trastorno Límite de Personalidad» es por eso que muchas veces le has visto en silencio; en algunas ocasiones suele hacerse daño como ahora y necesita con urgencia sus medicamentos… Eres la única persona que he visto a parta de mí, que deja estar con él, ni siquiera sus hermanas las deja acercarse ¿A caso él ve lo mismo que yo veo en ti?

—¿De qué hablas? —Gael pega un grito ahogado.

—Te juro que te lo explico después, ahora necesito salvar a mi mejor amigo y solo cuento contigo. —extiende una de sus manos para jalarme hacia Gael. Su piel está helada y las lágrimas ruedan por sus ojos. Lo rodeo con mis brazos logrando que deposite su cabeza sobre mi pecho.

—Estoy aquí…. Shhh… Shhh…No te voy a dejar Gael, no te voy a dejar…

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