—Lucas, ¿cómo puedes decir eso? Eva lleva tantos años casada contigo, ni siquiera puedes distinguir su voz, ¿eh?
Lucas reprimió su ira y se levantó del suelo, palmeándose la ropa con expresión indiferente.
—Mamá, quieres que yo lo descubra todo y avergüence a todo el mundo, ¿sí? Bien, les satisfaré hoy. ¡Espero que Eva no llore y me pida perdón!
Lucas tomó su teléfono móvil y marcó directamente mi número. Tras una breve señal de ocupado, se respondió a la llamada. Pero nadie hablaba al otro lado, y sólo se oía el débil sonido de la respiración.
El rostro de Lucas estaba un poco torcido por la ira, y dijo con voz fría:
—Eva García, basta. Mi madre ha sido muy mayor, pero tiene que pasar por esta farsa infantil contigo.
Naturalmente, nadie respondió, y sólo se oyeron algunas risas suaves. Lucas apretó los dientes y casi rompió el móvil en su mano.
—Eva, ¿te ríes? ¡Ven a pedir perdón en media hora, o me divorciaré de ti cuando vuelvo a casa!
No pude evitar reírme.
¿Divorcio? Lo siento muc