89. Acoso femenino

— También soy accionista de esta compañía Steve y hasta hace muy poco tu prometida – Amaia le respondió con voz quebrada y los ojos rojos.

— Srta. Regio, ¿a qué está jugando exactamente?, ¿qué haces aquí a estas horas?

Steve intentó aparentar tranquilidad, pero en realidad miraba hacia la puerta de la sala de fotocopiadoras, por si veía que lo habían encerrado o algo así.

Sabiendo el trasfondo de la familia Regio, en estos momentos era mucho más precavido y pensaba en que incluso esta loca mujer pudiese sacarle un arma y dispararle por despecho.

— Steve, primero, venía a disculparme por toda la discusión que tuvimos, yo… estaba muy alterada y herida porque me estuvieses dejando

Amaia bajó la cabeza hablando entrecortado, pero Steve no se tragaba nada, estaba alerta y metió la mano en el bolsillo para agarrar el móvil.

— Eso ya pasó, creo que ambos nos dijimos lo que teníamos que decirnos, no entiendo que tienes que hacer aquí a estas horas, así que si te preocupa ese asunto puedes i
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