Padre soltero busca mamá
Padre soltero busca mamá
Por: AnonimoLiterario
Prólogo

Edmond White era un hombre como pocos había, serio, un poco amargado y podrido en dinero, heredero de una fortuna considerable y que se desempeñaba como CEO en una compañía que recién comenzaba a dar sus primeros pasos de manera internacional. Solo había tenido una novia en toda su vida y aquella relación no había terminado de la mejor manera posible, quizás era porque los asuntos del corazón no se le daban bien o porque simplemente aquel tema poco o nada le interesaba.

Irónicamente, cuando Edmond llegó a trompicones del bar ese viernes por la noche, había un mensaje en el contestador de una tal Heather de Servicios Sociales. Decía algo de una carta certificada que le había enviado a Edmond, carta que él estaba seguro no haber recibido. Tan pronto borró el mensaje que no tenía intención de contestar, Edmond vacío su sobrecargado cajetín del correo y sacó tres papeles anaranjados distintos que estaban avisándole que tenía una carta certificada pendiente de recoger de la oficina de correos.

—A lo mejor un familiar rico te puso en otro testamento, no entiendo porque trabajas si tienes tanto dinero para no hacerlo el resto de tu vida — Ernest dijo el lunes siguiente cuando le contó el panorama. — Deberías comprobar esa m****a —

Aunque sonara muy prometedor, Edmond sabía que no tendría tanta suerte. Estaba convencido de que las cartas revelarían algún tipo de factura de impuestos sin pagar, o que alguien estaba usando su número de la seguridad social a sus espaladas, pero que él sería el responsable del gasto que hubiese creado.

—No. No tengo tiempo — Edmond insistió.

Así que dejó que el asunto se retrasará un día más.

Y después fueron dos días, que pasaron a ser una semana.

El viernes de la semana siguiente, una mujer vestida en un traje gris acero, entró en el edificio. Todos los ojos se giraron hacía ella, ya que era más que obvio que no era de la zona.

Edmond miro para ver a mujer, que iba muy bien vestida, de pie al lado de Jayden, el dueño, y el supervisor de aquel edificio.

—Esta mujer quiere hablar contigo — el supervisor le grito cuando se dio cuenta de que Edmond los había visto.

Edmond rápidamente se dirigió hacia ellos, ansioso por que todo el mundo dejara de mirarle. Le echo a Jayden una mirada inquisitoria, pero Jayden se encogió de hombros disimuladamente, ya que no tenía ninguna información que darle.

—¿Caballeros, hay algún lugar seguro donde el Sr. White y yo podamos hablar en privado? — pregunto la mujer.

—Claro, el es el CEO, tiene su propia oficina — ofreció el dueño de aquel edificio.

La mujer asintió antes de indicarle a Edmond que entrará con ella. Una vez a solas, cerró la puerta, echo la persiana, y después se giró para mirar a Edmond a la cara.

—Bueno, Sr. White, es usted alguien difícil de localizar — ella sonrió y extendió su mano hacía él. —Soy Heather Daily del Departamento de Servicios Sociales. ¿Ha recibido mis llamadas?, ¿cartas? —

—Si, pero con el trabajo no he tenido tiempo de revisar nada, y cuando salgo de trabajar no me responde nadie cuando devuelvo la llamada — Edmond se disculpó.

—Para eso están descansos para comer, Sr. White — Heather sonrió.

Edmond se dio cuenta de la aspereza en la voz de la mujer. Le puso nervioso e inmediatamente ansioso.

En lugar de continuar con una discusión, Heather puso una carpeta sobre la mesa y sacó una foto.

—¿Reconoce a la mujer de la foto, Sr. White? — preguntó.

Edmond entrecerró los ojos ante la cara familiar e inmediatamente supo quién era. —Si. Es una chica con la que fui al instituto. Su nombre es Amanda. Amanda…Stanley —

—¿Y se acuerda de la última vez que vio a la Señorita Stanley, Sr. White? —

La forma en la que continuaba diciendo su nombre comenzaba a molestarlo. —Sr. White— le hizo creer que ella le iba a poner unas esposas y llevárselo arrastras a prisión si la miraba mal.

Edmond dejo salir una fuerte bocanada de aire. —Vaya…han pasado algunos años. Por lo menos cinco, diría yo. Salimos un tiempo después del instituto, pero después ella se fue a Oregón con sus padres y yo me quedé aquí. ¿Por qué me pregunta por ella? —

En lugar de contestar, Heather sacó otra fotografía, esta vez, de un niño pequeño con ojos profundamente verdes y el pelo castaño claro, muy parecido a los de él.

—¿Qué me dice de esta foto? ¿Sabe quién es? —

Edmond miro al crío y enseguida vio el parecido con Amanda. Pero aparte del color de ojos, no había nada que pareciese atarle genéticamente a Edmond.

—Yo no tengo hijos — Edmond dijo instantáneamente.

—Bueno según su certificado de nacimiento que data del 26 de agosto de 2016, en Salem, Oregón, usted tiene un hijo, Anthony David Stanley, nacido el 4 de agosto de 2016 —

Edmond no pretendió no saber que Amanda se había quedado embarazada. Casi dos meses después de que hubieran roto, le llamó y le dijo que tenía un retraso. Tras decirle efusivamente que de ninguna manera iba a volver con ella, le pregunto qué quería hacer con “eso”. Entonces es cuando ella le dijo que no quería estar con un “tonto desmotivado, de clase baja, sin futuro” y que ella se haría cargo de eso, él nunca le hablo de su fortuna ni nada más, sabía que la mujer era una interesada. Tres días después, él le mando por correo 200 dólares y nunca más volvieron a hablar. Todo lo que Edmond sabía, es que ella se había hecho cargo del asunto, al menos era lo que él creía.

Ahora le estaba diciendo que —eso— había crecido para convertirse en —él— y que efectivamente se había hecho cargo de él en los últimos cinco años.

—¿Cómo sabe qué es mío? Amanda nunca menciono que tuviera un hijo. ¿Está segura de que está detrás del tío correcto? — Edmond preguntó.

—Por supuesto tendrá que hacerse un test de paternidad, Sr. White, pero no estoy aquí para celebrar una fiesta prenatal tardía. La razón por la que estoy involucrada es porque la señorita Stanley murió hace casi un mes. Como esta descrito en el certificado de nacimiento como pariente cercano, hemos intentado dejarle a su cargo, sujetos claro, al test de paternidad —

—¿Amanda…murió? — Edmond preguntó incrédulo. —¿Qué ocurrió? —

—Un accidente de tráfico. Ella y su madre volvían de una comida y se salieron de la calzada a la calzada contaría. —

—¿Su madre? —

—El único superviviente fue el conductor del otro vehículo. El niño no estaba en el coche en aquel momento—.

La actitud falta de compasión de Heather empezaba a molestar a Edmond. Hablaba de la vida de seres humanos como si fueran intrascendentes y sin importancia.

—¿Y dónde está el ahora? — preguntó Edmond, intentando que su mente se hiciera a la situación.

—En una casa de acogida. —

El corazón de Edmond se hundió con esa idea. —¿Y el padre de Amanda? ¿Por qué no está el niño con él? —

—El Sr. Stanley tiene casi setenta años. Su salud no le permite ese tipo de responsabilidad—.

Mientras Edmond se sentaba dándole vueltas a toda la situación, Heather sacó algo, que parecía pertenecer a un laboratorio, de su maletín.

—Ahora si está de acuerdo con hacer el test de paternidad, podemos terminar con esto rápidamente—

—Claro — Edmond se encogió de hombros.

Era increíble lo rápido que él estado podía solucionar las cosas cuando quería. Cuatro días después Edmond recibió una carta certificada informándole de que la probabilidad de paternidad del Sr. Edmond Anthony Masen White hacía Anthony David Stanley era del 99.99%.

Edmond White tenía un hijo.

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