¿Enserio, Aurore? ¿Le hablarías a tu amigo para que nos ayude? –
–
¡muchas gracias! Eres única –
Pero, solo si me prometes que ya no harás tanto drama –
Rora tiene razón cariño, últimamente has estado muy hormonal –
Lo prometo –
Cormac Suspiró aliviado.
¡Tú! – Un frio le recorrió la espalda – No creas que te has salvado, deja que padre y madre se enteren –
Je je – Una gota le recorrió la frente – Vamos hermanita, no hay porque molestarlos están en un crucero disfrutando de las Cataratas del Niágara, no hay porque opacarles su momento de relajación –
Solo por eso inútil, solo por eso –
Y volvemos a los viejos tiempos, que problemáticos –
¿Para ti, que no es problemático? – preguntó Luis
Los problemas –
Todos se quedaron callados viendo al Lewis.
Olvídalo – Dijo el Kennedy – Disculpen, enseguida vuelvo – dijo para luego retirarse.
Por cierto ¿Y Ernesto? – preguntó Aurore.
Está en África con nuestros padres, atendiendo unos asuntos de las reservas – Contestó Cormac.
Pobre, a él se lo lle