— ¿Por qué? ¿Está muy guapo?—pregunta rápidamente como si le estuviera contando el nuevo capítulo de su novela de las diez.
— ¡Pues claro que era guapísimo!—exclamo y ella jadea.
— ¿Cómo puedes decir eso?... ¿Y Caleb?—pregunta preocupada.
—No, mami. Lo que quiero decir es que obviamente era guapísimo porque resulta que es idéntico a mí. Mismos ojos, misma nariz, boca… Es idéntico. Rachel quedó en el olvido, ni se parece en comparación a cómo somos de idénticos él y yo. —le digo emocionada.
— ¿E-entonces…? ¡Termina de hablar que mi mente maquina muchísimas cosas!—exclama impaciente.
— ¡Pues que me dijo que él cree que somos hermanos!—le suelto y ella palidece.
— ¿Co-co-c&oacut