89. Todo el tiempo del mundo
89. Todo el tiempo del mundo
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El corazón casi se me detiene cuando Mila entra en la iglesia, tomada del brazo de su padre. Se ve hermosa, radiante como un diamante. Nuestras miradas se cruzan, y el escozor de las lágrimas me invade mientras suena el Canon in D de Johann Pachelbel. El tema que hemos elegido.
El tiempo parece detenerse de repente. Todas las miradas están puestas sobre nosotros, pero ninguna puede romper la conexión que compartimos en este instante.
Ella esboza una sonrisa, mientras con paso lento avanza hacia mí.
Las lágrimas corren por mis mejillas ante la ola de emoción que me sacude de pies a cabeza. Nunca imaginé que este momento sería tan fuerte, tan especial, tan único.
—Eres la novia más hermosa que jamás he visto —musito cuando se detiene a mi lado. Tomo su mano entre las mías, apretándola con fuerza, como si temiera que fuera a desaparecer.
Ella sonríe y mi corazón se detiene.
El sacerdote nos da la bienvenida con una voz serena, pero que suena lejana. To