Ya era la hora del almuerzo y Kate seguía en su oficina, los pensamientos no la dejaban -él sigue siendo un mujeriego, pero ya nada más, no volveré a caer, no volveré a creerle y tengo que dejar de amarlo…-
Se fue a almorzar sola, busco un restaurante cercano y se quedó allí cuando vio al señor Santini entrar al restaurante, él la reconoció de inmediato y se fue a sentar con ella
-¿Estás almorzando sola? ¿te puedo acompañar?-
-Sí, tome asiento-
-¿Estás bien?-
Kate se mantuvo en silencio, su cara y sus ojos la delataban -voy a estarlo- le respondió
-Yo no tengo amigos en la ciudad, puedes contarme que yo soy más viejo y algún consejo te puedo dar-
-La verdad es que sé lo que tengo que hacer, pero no sé cómo hacerlo- dijo Kate
-Muy fácil, así como me dijiste a mí, yo estaba ciego, hasta que me detuve a observar y analizar, finalmente abrí los ojos y me di cuenta lo que había que cambiar-
-Es difícil cuando se trata de sentimientos- dijo Kate
-¿Qué te parece si aceptas un regalo mío?...