Sylvana:
Se lo he dicho. Mierda ¡Se lo has dicho Sylvana!, esto solo lo sabía Jimena y nadie más y ahora… genial. Hago mi cuerpo un ovillo y cierro los ojos de golpe.
Puedo escuchar su respiración, el latido de su corazón chocando contra mi espalda, quisiera volverme a él y refugiarme en su pecho.
Este se ha vuelto mi lugar favorito, pero también pudo haber sido el lugar favorito de Joanna… y de quien sabe cuántas mujeres más. ¿Y qué esperabas Sylvana?, ¿que fuera santo, casto y puro?, en ese caso sería sacerdote. Obligo a mi mente a callarse… no funciona.
Tengo que aceptarlo, tengo que vencer mi inseguridad… él dijo muchas cosas buenas hace u