Capítulo 220
Y, sin embargo, en sus ojos… algo temblaba.

Brillaban.

No de alegría, no del todo. Eran lágrimas silenciosas, contenidas, apenas brotando, apenas notorias. No lloraba, pero había humedad en sus pupilas. Una humedad que hablaba de lo que había perdido y, al mismo tiempo, de lo que acababa de recupe
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