Alicia lo abrazó con fuerza.
—No te rompes —murmuró—. Solo estás recordando sin saberlo.
Él no respondió.
Pero sus brazos la apretaron con más fuerza, como si con eso pudiera anclarla a su mundo.
La luna siguió colándose por la ventana, acariciando con su luz los cuerpos entrelazados, y el vient