Montserrat… ella había cruzado una línea que nadie debía cruzar.
Y ahora…
El diablo volvía a casa.
La brisa helada de Suiza se colaba por los ventanales, y en el silencio de la villa, solo se oían pasos suaves y voces contenidas. Dante ya no estaba allí. Se había marchado poco después de cerrar s