53

Capítulo 53

Muertes inesperadas.

Abrí la puerta con las llaves que había hurtado y descubrí que no tenía compañero de celda. Él apenas me miró, pareció debatirse entre la felicidad y la incredulidad, entonces miró mi camisa mal abotonada que dejaba ver parte de mi sostén.

-¿Debería preguntar...? –murmuró.

-No hay tiempo –dije-, ¡vamos!

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