Capítulo 43
El abuelo.
Letwin acarició mis piernas desnudas con la yema de sus manos extrañamente calidas, aferró una mano a mi cintura sobre mi vestido. A la tenue luz pude ver su piel reluciente, no tenía ese tono grisaseo, parecía irradiar. Sus labios se estiraron en una sonrisa, sus hoyuelos se marcaron en sus mejillas y sus ojos se achinaron, haciendo que los peces en mi estomago nadaran en diferentes direcciones.
-Estás vivo –toqué su mejilla levemente sonrosada, era tan cálido, todo de él me hacía sentir como en casa,