Quisiera decirle tantas cosas, pero debía llevarlo a que sea él quien acabe con la Araña. Esa fue la instrucción de Yaro. Nos quedaremos vigilantes para evitar daños colaterales, pero ellos debían matarse. Y ya que Emilio se adelantó debía orillarlo.
Y como me escribió Yasar, el padre de mi mujer debe estar disfrazado en alguna parte de la clínica, por eso sugirieron el hablarle sin tapujos para que la Araña se enterara de varias verdades.
Esperé a mi padre. Me detuve a mitad de pasillo y lo encaré. Le entregué las fotos. No me miraba a la cara.
—Al menos dame la cara. —Se mantuvo callado—. Esto no tiene nada que ver con mi problema en Colombia y del proteger a Onely del narcotráfico. Es un tema pasional, alguien te ha guardado un puto resentimiento.
—Hijo…
—No me llames así ahora. No cuando por años te vi como un ejemplo a seguir, la imagen perfecta, mi héroe. Todas mis palabras para el mundo de buenos consejos recibidos por mi padre, su rectitud y sabiduría… ¡¿Dónde quedaron?! Como