—Nicolás, ¿pasa algo? —me preguntó, notando mi enfado.
—Sí, estoy molesto. Vamos a hacer una travesura con el pastel —propuse, intentando desviar mi atención hacia algo más divertido y lúdico. Eva sonrió y negó con la cabeza, pero su risa dejaba claro que no podría resistirse por mucho tiempo.
—Nick, no me vas a convencer de hacer travesuras —respondió en tono juguetón, aunque su sonrisa sugería que en el fondo le gustaba la idea.
—Anda, cariño, sé que tienes ganas. Vamos a meterle el dedo al pastel —insistí, guiñándole un ojo y tratando de seducirla.
Su risa se intensificó y me miró cómplice, transmitiendo un brillo travieso en sus ojos.
—Nooo —respondió divertida—. No me vas a convencer, aunque me llenes de palabras bonitas.
Sin embargo, su cuerpo se giró hacia mí y rodeó mis hombros con sus brazos. En ese momento, decidí no decirle más palabras y la llevé a la cocina, donde la senté sobre la barra.
—Dijiste que le meteríamos los dedos al pastel —comentó, mientras yo me acercaba a e