A la hora que Nathan llegó a la casa, observó que Jennifer platicaba despreocupada con Ariadna en el comedor. Las dos mujeres, al percatarse de su presencia, se quedaron en silencio.
Ariadna apretó los labios y Jennifer desvió el rostro ante la mirada inquisitiva de Nathan.
—Sigan en su parloteo —les dijo, con los ojos entrecerrados—. Pequeñas cacatúas —susurró, de camino a las escaleras.
Ariadna subió detrás de él, ansiosa por saber la información que traía acerca de su padre.
Nathan al escuchar sus pasos se frenó en seco y se dio la vuelta con la intención de quedarse frente a ella.
—Dime —le pidió Ariadna.
Nathan avanzó con paso lento hacia su esposa y la envolvió con sus brazos.
—No estás en condiciones de exigir nada. —Acunó sus mejillas y atrapó su aliento en un suave beso. Cualquier chispita de conciencia se iba a la mierd@ al tenerla así.
El calor de su piel traspasaba la fina tela de su blusa, y lo enloquecía simplemente al no apartarse.
—¿Dime qué sabes de mi papá? —le